Lily siempre era algo borde, algo cortante, algo desconfiada. Porque sabía que así nadie le haría daño, o eso pensaba. Se tomaba chupitos de tequila los sábados a la mañana; aunque tuviese resaca. Así se le quitaba.
- No deberías beber tanto- le dijo Matt.
- ¿Por qué?
- Porque te haces daño, bebe de vez en cuando solo.
- No me conoces lo suficiente como para decirme lo que tengo o no que hacer.
Matt se fue. La persona que Lily pudo querer más en su vida se fue. Por culpa de ser tonta, por ser desconfiada y por no pensar antes de hablar.
Una bala cruzó el pecho de Matt y ella nunca pudo decirle un te quiero, ni darle un abrazo, ni un beso, ni acariciar su piel un sábado por la mañana -después de haber hecho el amor- y por supuesto, sin poder pedirle perdón.
Así que, arrepentida toda su vida... volvió a beber otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario