
Nevaba y hacia frío, pero jugábamos con la nieve de aquel muro. Nuestra sangre bombeaba después de aquella presentación de Navidad. Caminabamos a casa lentamente, jugando con la nieve encima de un muro cubierto de ésta. Abrí el pastel de una fan que nos oyó tocar.
- ¡Qué especial este pastel casero! Voy a probarlo, parece exquisito.
- Puede que esté envenenado, un pastel de una fan que dice "Si yo no puedo estar con el bajista, nadie puede"
- ... Prueba a ver si está envenenado. No me sienta bien ser asesinada sin haber hecho nada en especial.
- Yo tampoco voy a hacerlo, sabes.
Miré mi dedo, lleno de nata del pastel. Él se aproximó a mí. Me agarró la mano y me besó. Pasó tan rápido que ni recuerdo si cerré los ojos.
- Ahora que ya hemos hecho algo especial... qué importa si morimos...
Lamió mi dedo con sensualidad y pensé que realmente no me importaba si moría en aquel momento.
Todo lo que quería era él. Me consumió tanto y tan rápido que no pude contenerme a mí misma. Él me tiene desde ese día en adelante para él. Traté de evadir las tensiones dentro de la banda. ¿Nadie podía estar conmigo? No lo sabía. Sólo que lo hacíamos cada noche.
Empezamos a vivir juntos rápidamente. Él me dio la pasión para cantar, me enseñó a tocar la guitarra. Me dio algo por lo que vivir. Pero, ¿qué estaba haciendo yo por él? Si esto se quedaba así, aunque no pudiera cantar más... Me encantaría mudarme a Tokyo con él... Y si fuera necesario cocinar para él... Limpiar su apartamento... Soportar a los hijos... Tal vez eso era lo ue debía hacer al fin y al cabo. ¿No me haría eso feliz? Una pareja como nosotros, sin ninguna otra familia, sólo ser capaces de tener un hogar lleno de paz... pudo haber sido un sueño hecho realidad. En la despedida entré con él al tren después de despedirnos del guitarrista y del batería... Pero al final no pude ir... No tenía fuerzas ni agallas para hacerlo, la música era lo que yo quería y el dejaba nuestra banda por otra. No quería ni hijos, ni cocinar, ni limpiar, sólo tener música. Y entonces, salí a horcajadas del tren, derrumbandome contra el suelo y llorando a más no poder. Lo amaba pero en ese momento no podía ir con él. El guitarrista salío disparado contra la ventanilla, y vio como él lloraba cavizbajo por mi pérdida... Estuvimos juntos un año y tres meses. Como el invierno cargado que se vuelve primavera... llegamos al final del camino.
Nunca dije adiós y recordaba como él al despedirse de todos decía "sólo necesito mi bajo y mis cigarrillos". Pero sé que viviendo separados, era como un cuchillo atrevesándonos a ambos el corazón. No tenía sentido que nos llamaramos o nos escribiésemos. Todo sentido se había perdido si no nos podíamos abrazar... besar... Todas las noches podía sentir la descarga de desesperación de él dentro de mí, que nunca pudo poner en palabras. Se sentía más profundo que nadie. Todavía siento remordimientos viviendo sin él así... A veces siento como si fuera todo un sueño. Sobre todo cuando nieva fuerte como esa noche.
En una noche fría como esta... por favor, que alguien le caliente el corazón por mí...
Ya pasó un año y nueve meses desde que todo acabó. Casi la segunda primavera desde entonces.
Cuando cumpla en Febrero, compraré un digno regalo... Un boleto de ida para Tokyo.
En cuanto a mí equipaje, sólo necesito mis guitarra y mis cigarrillos.
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